Justo donde nuestro río Duero comienza a remansar y tranquilizar sus aguas se encuentra una de las mayores joyas arquitectónicas que tenemos en toda la comarca.
El puente romano de Vinuesa se arropa y se destapa con las aguas del Duero un par de veces al año allá dónde el Pantano de la cuerda del pozo ubica su cabecera.
Paraje singular cómo ninguno, bien merece la pena conocer dando un paseo.
Tan singular y antiguo puente se encuentra acompañado al paso del tiempo y de la mano, del nuevo puente de cemento por el que se puede pasear y cruzar hasta la otra orilla del Duero para acercarnos a la ermita de San Mateo y su pradera.
Desde esa pradera en las noches de verano y estrelladas se llega a tocar el cielo si la compañía es la ideal.
Un poco más adelante de esta ermita y su pradera se encuentra la calzada romana que nos ha llevar en un agradable paseo a orillas del río hasta la vecina local de Molinos de Duero.